miércoles, 20 de marzo de 2013

Picasso en las formas de Henry Moore


En la larga y productiva carrera de Henry Moore (1898-1986), los años 30 significarán su período más creativo y experimental. La abstracción, el avance hacia el biomorfismo, la distorsión anatómica extrema e incluso algunos aspectos del lenguaje geométrico constructivista, contribuirán a ampliar los límites de su pensamiento artístico. Moore participará –junto con otros artistas que comparten su dedicación a los principios de la modernidad– en la creación de un nuevo espíritu de innovación en el arte ingles. 

Él siempre reconoció como principales influencias el paisaje, el cuerpo y el arte primitivo de los que hablaba con frecuencia. Apreciaba también la ruina, sobre todo cuando la naturaleza había empezado a actuar sobre ella. Sin embargo es la forma viva, y en especial el cuerpo femenino, lo que domina gran parte de su obra. El elemento vivo de su obra era tan importante para él que señalaba el momento de creación de la maqueta como el momento en el que la obra cobraba vida.

Durante los años 20 y 30 viaja regularmente por Europa, conociendo así las tendencias artísticas contemporáneas de las que también se empapa a través de diversas revistas de arte. En cualquier caso su influencia más poderosa proviene de dos fuentes en particular: la escultura de Alberto Giacometti y las pinturas, esculturas y dibujos de Pablo Picasso de finales de 1920. Otras fuentes tienen también importancia en su obra, como el trabajo de Brancusi y Jean Arp y el interés que mantiene –al igual que Picasso– por las tradiciones y el arte de culturas tribales, en especial de la oceánica y precolombina. Sin embargo, Giacometti y Picasso inciden en Moore de forma más profunda y con un carácter diferente.


Picasso. The Source (1931)Moderna Museet. Estocolmo
 Henry Moore. Reclining Figure (1936). The Hepworth Wakefield

En la obra del pintor, Moore encontrará la reinvención de la figura humana de un modo más variado y extremo. La influencia de Giacometti y Picasso llevará a Moore –ya en sus primeros trabajos de los 30– a imaginar la figura humana de un modo que no había contemplado antes. A partir de este momento el escultor abrirá nuevos caminos hacia la experimentación, orientándose hacia una mayor estilización biomórfica de las figuras. Las pinturas que Picasso realizara sobre el cuerpo humano convertido en un montón de formas abstractas separadas, se hará eco en una serie de esculturas de Moore en torno a 1934. Sin embargo, ambos artistas tienen siempre como punto de partida lo real, la observación de la naturaleza. 

El interés por la escala de las figuras es otra indicación de la influencia de Picasso. Moore se sentía atraído por la monumentalidad y afirmaba que las figuras grandiosas en realidad apenas necesitaban unos centímetros de altura. Para él la reducción de una forma a su esencia es lo que dota de monumentalidad a la obra, una cualidad que la naturaleza alcanza por sí misma y que Moore encuentra en guijarros, huesos y conchas, pero también en los animales y el paisaje.

Picasso. Mujer lanzando una piedra (1931). Musée Picasso. París
Henry Moore. Reclining figure (1934). © The Henry Moore Foundation

Henry Moore. Composition (1934).
© The Henry Moore Foundation 
La idea de monumentalidad tiene como precedente más cercano las figuras hinchadas, un tanto monstruosas de Picasso a finales de 1920, de pequeño tamaño pero que sugieren una talla monumental. Las formas aisladas, de aspecto orgánico que Picasso concibe prácticamente como esculturas, podrían haber influido en Moore que encontró en el pintor –en sus investigaciones sobre la escala implícita, el uso de formas como sustitutos óseos para el cuerpo, la desintegración del cuerpo en partes separadas que se entrelazan, y las perforaciones en la anatomía– ideas fértiles cuando comenzó a explorar temas similares. 

Con todo es curioso observar el contraste entre la obra escultórica de Picasso y la de Henry Moore. Picasso era capaz de crear esculturas a partir de alambre, leña, juguetes... una obra muy directa, casi bidimensional e ingeniosa. En cambio la obra de Moore gira invariablemente en torno a la forma de la que nunca se separa, unas formas siempre sensuales, delicadas y emotivas. Según sus propias palabras:
“[...] un escultor es alguien a quien obsesiona la forma y la figura de las cosas, de todas y cada una de las cosas: desde el crecimiento de una flor hasta la forma tensa y rígida, más delicada, de un hueso, o la carnalidad fuerte y sólida del tronco de un haya.”

 Bibliografía y páginas web recomendadas:

  • HEDGECOE, J., Henry Moore: una visión monumental, Köln, Alemania, 2005
  • KOSINSKY, D. (ed.), Henry Moore: Sculpting the Twentieth Century, Washintong D.C, 2001
  • LÉAL, B., PIOT, C., BERMADAC, M., Picasso total [prólogo de Jean Leymarie], Barcelona, 2000



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