jueves, 14 de marzo de 2013

Bacon en la Tate: un Picasso desgarrado




Con un asma severa que padeció durante toda su vida, y los problemas y tabúes que tuvo que afrontar a causa de su homosexualidad, siendo rechazado incluso por su propio padre, el arte de Francis Bacon siempre se caracterizó por una fuerza desgarradora.  
  

Su vida es sentimiento, y el sentimiento no puede conducirle sino al mundo del arte de la misma manera que hubiese ocurrido con Picasso.

Aunque fueron contemporáneos (si bien el inglés pertenece artísticamente a la siguiente generación), sus caminos nunca llegan a cruzarse para darles la oportunidad de conocerse en persona. 

Es con tan sólo veintisiete años que conoce la obra de Picasso en la Exposición de Galerie Paul Rosenberg de 1927, lo que le impulsa de modo inmediato a dibujar y pintar, asistiendo en su formación a academias libres, llegando después a tal su influencia, que el propio Bacon declaró abiertamente la importancia de una “línea pictórica postpicassiana”. Según sus palabras, fui a ver la exposición…recibí tal choque que me dieron ganas de ser pintor. '¿Por qué no intentarlo?', me dije.  
  

Quizás la muestra más impresionante de la correlación pictórica existente entre el inglés y nuestro genio español se deja ver en la exposición La vida en imágenes, que se celebraría en el Museo Picasso de París en 2005. 

En ello,  se ha considerado que su primera gran obra, Tríptico. Tres estudios de figuras para la base de una Crucifixión, es la gran manifestación de influencias cubista-picassiana.

En ambas, los monstruosos engendros y criaturas de plasticidad incalculable parecen remitir a las imágenes de lúdicas y agresivas bañistas a las que Picasso dedicó el verano de 1929, así como sus continuas distorsiones de la realidad en las que acabamos por ver la realidad misma.

Vemos entonces como dónde más paralelismos cabe establecer es en la iconografía. Recurrencias a las crucifixiones, la tauromaquia…se hacen patenten en ambos; demostrando las similitudes de los dos artistas y el avance producido desde el cubista a través de su profunda estela.

Hablamos de avance en todo caso no como mejora, sino como prolongación, ya que, evidentemente derivado de sus desbordantes circunstancias vitales, sus obras se vuelven mucho más desgarradas, deformadazas, monstruosas, de puro dolor e incomprensión.



Se como fuere, lo que queda claro es que Bacon se empapa de la obra de Picasso, y es que,  como diría poco antes de morir a Jean Clair, Amo esos cuadros maravillosos, No sé por qué… Es imposible saberlo, no se puede hablar de pintura porque hablar y pintar son cosas muy distintas, se trata de otro lenguaje…debo añadir que esas obras…me parecen las más excitantes…las encuentro mucho más humanas y desgarradoras, en ellas toca el verdadero meollo de las cosas…





Bibliografía y webs consultadas:

Glantz, M., Saña, Madrid, ed. Era, 2007.

Bozal, V., El tiempo del estupor: la pintura europea tras la Segunda Guerra Mundial, Madrid, Siruela, 2004.

Preckler, A. M., Historia del Arte Universal de los s. XIX y XX, vol. 2, ed. Complutense, 2003.

2 comentarios:

  1. Está claro que la obra de Picasso, al igual que la de muchos artistas, se rige en una gran mayoría por sus sentimientos e ideas que tenía en ese momento. Me ha gustado esa comparación con la obra de Bacon, nunca me había parado a pensar en ella.

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  2. La verdad es que, puestos a investigar sobre sus influencias posteriores, el tema de Bacon me ha resultado, como a ti, especialmente interesante.
    Debo admitir que al menos yo ni tan siquiera sabía que este inglés hubiese trabajado la tauromaquia o hubiese reconocido admiración por nuestro artista; pero fijándonos con detalle, sus deudas, aun pasadas por su tamiz desgarrador, son bastante claras.

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