Considerado
uno de los personajes más relevantes del modernismo en Inglaterra, el
polifacético y controvertido Wyndham Lewis es figura clave en la introducción
de la vanguardia artística en este país. Testigo, gracias a sus viajes por
Europa entre 1902 y 1908, de los cambios a los que el arte era sometido, y sus
contactos con el Cubismo o el Futurismo, le conducirán a crear y liderar el único
movimiento inglés de vanguardia: el Vorticismo.
Inspirado en los dos movimientos anteriores, el Vorticismo apuesta por
un arte de geometría angulosa, semiabstracto, de colores llamativos e inspirado
en las formas de la arquitectura y la maquinaria. Todo ello con el fin de
producir un movimiento cuya apariencia de remolino (vórtice), llevó a Ezra
Pound a acuñar el término de este estilo. El Vorticismo, que apenas duraría dos
años desde que naciera en 1914, encontraría en la revista Blast el mejor medio de difusión para sus principios teóricos.
El
carácter controvertido, provocador y contradictorio de Lewis, no sólo se
reflejaría en sus implicaciones artísticas, sino fundamentalmente en su faceta
como escritor de novelas y de publicaciones políticas, literarias o
filosóficas, que le hicieron ganarse más de un enemigo en el panorama
intelectual inglés. Esa actitud polémica hacia la sociedad y cultura de la
Inglaterra victoriana, condujo a Lewis a ser rechazado y odiado por muchos, a
convertirse incluso en figura maldita, llegando su obra a permanecer oculta o
prohibida en varias ocasiones.
Interesado por el panorama cultural europeo,
no es de extrañar que Picasso figurase entre las personalidades admiradas por
Lewis, sin embargo, tampoco el malagueño se libró de sus críticas. En este
sentido, el aspecto contradictorio que caracterizará a Lewis, tiene en el arte
de Picasso un buen ejemplo: si por un lado era Lewis fiel reconocedor del
talento del pintor español y de su lugar distinguido en el arte del momento, al
mismo tiempo temía su influencia negativa, principalmente sobre el arte
británico: “The whole of the modern movement, then, is we maintain, under a cloud.
That cloud is the exquisite and accomplished, but discouraged, sentimental and
inactive personality of Picasso”. Estas
palabras, pronunciadas en su revista Blast,
son reflejo de la principal crítica que Lewis dedicará a Picasso: en efecto, el
escritor inglés opinaba que la pintura del malagueño era “desanimada”,
“inactiva”, pues carecía de la energía a la que Lewis y sus colegas aspiraban y
que residía en el “vórtice”: “The vortex is
the point of máximum energy. It represents, in mechanics, the greatest
efficiency”, diría Ezra Pound.
Además, frente
a esos artistas, como Picasso, cuyo arte era fruto de horas de trabajo
solitario en el estudio, Wyndham Lewis apostaba por un arte que mirara al mundo
moderno, al mundo de la ciudad y de la máquina.
Y junto a esa identidad, el concepto de “máscara” también lo
compartirán ambos pintores. La “máscara” está presente en muchos retratos y
autorretratos de Picasso, jugando así con la verdadera y la “otra” identidad
del retratado. Esto mismo lo podemos observar en muchos autorretratos de Lewis
o en obras como Smiling Woman Ascending a
Staircase (1911), donde el protagonismo de la risa ha distorsionado el
rostro e incluso el cuerpo de la mujer, concediendo una imagen caricaturesca sometida
a un sentido geométrico que nos recuerda al cubismo, aunque aquí las formas son
mucho más angulosas, de rectas y diagonales más radicales.
La influencia
del Cubismo se irá desvaneciendo en obras plenamente vorticistas como Workshop (1914-195), donde el recuerdo
al Cubismo parece sólo limitarse a la geometría, pues la obra de Lewis ha alcanzado
un sentido abstracto al que el Cubismo nunca se dirigió.
Sin embargo, a
pesar de estas críticas dirigidas contra el pintor malagueño, Lewis reconocía
la habilidad técnica de Picasso, considerándolo “one of the ablest living painters”. Teniendo esto en cuenta, no resulta entonces
extraño que Picasso influyera en algunas pinturas de Lewis anteriores al
Vorticismo y que después, este movimiento de vanguardia se basara de algún modo
en el cubismo que el malagueño y Braque lideraban.
The Theatre Manager (1909)
En este
sentido, el primitivismo o la forma de concebir la fisonomía y rostros de las
figuras que caracterizaron a Picasso, pueden ser recordados en obras como The Theatre Manager (1909). Hay quien
incluso ha señalado respecto a esta obra, el recuerdo a las Señoritas de Avignon (1907), que Lewis
podría haber conocido gracias a su mentor y maestro Augustus John, quien vio la
obra en el estudio de Picasso. Además, The
Theatre Manager saca a luz un tema que también preocupó en buena medida a
Picasso, el de la identidad. Semejante a las obras circenses de Picasso, los
protagonistas en la obra de Lewis son actores, pertenecen al mundo del
espectáculo, son personajes admirados y marginados al mismo tiempo. Del mismo
modo que Picasso encontró en el circo un lugar de evasión tanto física como
espiritual, quizá Lewis aluda con esta pintura a ese otro mundo que ofrecían
las artes escénicas, alejadas de la sociedad rigurosa y puritana de la época
victoriana.
Smiling Woman ascending a Staircase (1911) |
Workshop (1914-15) |
Fuentes:
-VV.AA.,
Picasso and modern British art,
London: Tate, 2012.
-ATHELING
WAGNER, G., Wyndham Lewis: A Portrait of
the Artist as the Enemy, London, 1957, pp. 122-123.
Si
queréis saber más acerca de la controvertida y polémica figura de W. Lewis y su
producción artística os recomiendo:
Es indudable que la estela de Picasso marco de algún modo a las personalidades artísticas del momento, y es por ello que no se quedo al margen en cuanto a críticas, pero que de un modo u otro recalaban en estos personajes. Como siempre muy interesante Elena, enhorabuena.
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